16.5.07


Jajaja, (ríete es gracioso), con facilidad pasmosa, te engalanas con una sonrisa. No , no me ha hecho gracia, pero nunca lo sabrán, tampoco me ha parecido “no gracioso” simplemente me da igual. (¿Triste?) ahora toca ilustrar el rostro con un sentimiento de tristeza. Me siento indiferente, no me da pena.

¿Que disfraz emocional quedaría bien en esta situación?, he de tornar mi indiferencia en alguna expresión que me involucre en lo que acontece en mi exterior. Datos necesarios: acontecimiento, quienes me rodean, su reacción, que pretendo de ellos, que quiero que pretendan de mi, cuanto valoro el hecho de que estén a mi alrededor...
Mascaras de tragedia griega con millones de matices emocionales, contextualizadas y representativas de lo que se debiera sentir y no siento (¿realmente debieras?), expresiones vivas de un rostro muerto, (eres muy expresivo) graduación incorrecta del sentimiento “prestado”. Realmente la vida es un baile de mascaras.

¿Hipocresía? No, socialización.


Sin alternativa posible... la indiferencia es una forma de estar muerto... y no es fácil morir entre "vivos" (¿vivos?).

17.4.07

Toca bajar


Cuando te das cuenta de ciertas cosas, cuando desciendes de la montaña que te empeñaste en hacer tu hogar, en el descenso, en tu caída, en tu fracaso, ves cercadas consciencias, encerradas y atrofiadas, carentes del mas nimio interés.
Cuando te encierras y repliegas tras el bofetón, evitando ser alcanzado en la otra mejilla, cualquier agente externo te es molesto, te resulta trivial y obscenamente inoportuno. No es necesario hablar de la vacuidad que entrañan, su conversación se antoja trivial e incluso rozando los limites de lo humanamente soportable.
Cuando la paciencia, desaparece y no por saturación de la misma, si no por una ausencia primigenia, dentro, muy dentro desaparece y esa sensación dañina, desagradable, tosca y soez, soslaya ineludiblemente cualquier resto de prudencia y corrección, las buenas formas se omiten y para culminar, sin poder evitar una sonrisa, tus oídos son agraciados con un: “estas insoportable”... no, no lo estoy, lo soy.
Ya solo se busca descender en paz, no ser importunado, arrebatado desgarradoramente de la vorágine interior con la que se lidia y con la cual de ante mano habrás de perder.

Cuando Fortuna hace girar la rueda hacia abajo, solo podemos observar como Las Gracias se alejan.